Luis Eduardo Aute y Ángel Alcalde en las oficinas de RCA Victor, en la primera audición para su primer disco.

Otra vez me vuelven a crujir los cinco sentidos. Luis Eduardo Aute, otro amigo, otro prohombre de la cultura, otra excelsa persona, se ha marchado para siempre. Nos conocimos en el Madrid de los 60, cuando aún procuraban mantenernos a raya las turbulencias del dictador. Pero Aute ya iba a contracorriente y junto a Patxi Andión, Massiel, Serrat y algún otro, siendo unos críos, nos ayudaron a emprender la senda de la España que hoy disfrutamos. Seguramente por ello nacieron de sus corazones, de sus gargantas, las más hermosas canciones que siempre nos han acompañado. Aute nació en Manila en 1943, pero por su sangre corría sangre andaluza y catalana. Llegó a Madrid a los ocho años de edad y se hizo más gato que los locales.

Recuerdo con mucha emoción su casa de Rosales, donde tantas veces nos reunimos, comimos y conspiramos con personas tan importantes como Atahualpa Yuapanqui, y lo más granado de la intelectualidad. En el París del 68, Patxi Andión, Carlos Pardo, Ismael Peña y yo mismo, conocimos de su mano a Jacques Brel y George Brassens, entre otros muchos. Aute parecía que ya era artista antes de nacer. Había que verlo, en ese ambiente, tan joven, tan inquieto, tan sabio…

Recuerdo, en especial agrado, una mañana, creo que fue en el 69, don Aute y yo fuimos a las oficinas de RCA Victor, en el Edificio España, muy cerca de su casa. Aute llevaba la guitarra a cuestas. Se trataba de la primera audición ante los jefes de una gran casa de discos. Allí tuvieron ocasión de escuchar por primera vez, Don Ramón, Made in Spain, Rojo sobre negro, Aleluya no1 y Rosas en el Mar, que inmortalizo poco después su gran amiga Massiel. Al momento de esa primera audición corresponde la foto con la que ilustramos este pequeño comentario.

Aunque sus mayores éxitos los consiguió en el campo de la canción, Aute siempre se consideró, fundamentalmente pintor. También escribió guiones y hasta dirigió alguna película. Fue descubridor de la cantante Mari Trini, a la que le brindó sus primeras letras. Hizo las bandas sonoras de un buen puñado de películas y colaboró con los principales cerebros de una España que aún tardaría unos años en atisbar las primeras luces de libertad. De su compromiso intelectual con la izquierda nació la precisamente, junto a Rosas en el mar, la canción que más me gusta, Al Alba, dedicado a las víctimas de los últimos fusilamientos de Franco. Aute, con su maestría habitual consiguió burlar a la censura de la época.

En fin, hay mucho que hablar de este gran hombre, de este gran artista pero ya lo haremos con más calma. El día de hoy me lo dedico a mis recuerdos con él. Adiós amigo, sabes que siempre estarás en la entraña del pueblo español y en el corazón de tus amigos.